lunes, 19 de abril de 2010

Para los amables seguidores de este blog, reencarnado en Purgatorio Económico

La semana pasada he estado sufriendo algunas dificultades técnicas con el blog Purgatorio Económico. Un seguidor me ha preguntado si había vuelto a transmigrar. La respuesta es negativa. Sigo en la misma dirección URL (http://purgatorioeconomico.blogspot.com), pero he intentado un cambio de plantilla y al hacerlo he perdido todos los detalles de diseño que había ido añadiendo. Eso puede haber determinado que algunos seguidores le hayan perdido súbitamente el rastro.

Quiero aclarar que el cambio de plantilla tampoco ha sido caprichoso. Mi amigo Marek Blizco, director comercial de Google-Europa para pequeñas cuentas, me habló hace un par de semanas de Google Analytics, una nueva utilidad de Google para rastrear el seguimiento de sitios web y sus páginas. Se comprenderá fácilmente el interés de una utilidad así, ya que permite constatar qué peculiaridades son más apreciadas por el lector, lo que facilita los aumentos de tráfico. Después de todo, escribimos para que nos lea el mayor número posible de lectores.

Pues bien, al instalar la utilidad, tuve varios problemas con la plantilla que había elegido para Purgatorio Económico desde el principio. Después de darle vueltas al asunto y ver que no tenía solución aparente, ensayé el cambio de plantilla. Pasé de la que tenía – al parecer, un tanto sofisticada – a la que Blogger denomina “clásica”, elegí una de sus variantes y… ¡bingo! El contador de visitas empezó a funcionar. Desafortunadamente, desaparecieron otras utilidades que tenía instaladas y ya no puedo ni introducir cambios de diseño ni contar con lo que el blog llama “páginas” (documentos singulares que me habían permitido, hasta ahora, publicar tres documentos más largos: “Una política monetaria y financiera alternativa”, “La arquitectura monetaria y financiera internacional, en crisis” y “Un plan de paz para Oriente Medio”). Todo eso ha desaparecido con la nueva plantilla.

Pero ya se sabe: ningún almuerzo es gratis. La utilidad de Google Analytics me parece más importante que todo lo que he perdido, y que ya encontraré la forma de ir reintroduciendo de otras formas.

Un saludo muy cordial, y perdón por las molestias.

domingo, 21 de febrero de 2010

Cambio de dirección y de nombre

Este blog se ha mudado a esta nueva dirección URL: http://purgatorioeconomico.blogspot.com.

Las razones aparecen explicadas ahí.

viernes, 19 de febrero de 2010

Subida puntual de los tipos de interés

Anoche, de forma completamente inesperada para los mercados y aguardando al cierre de Wall Street, la Reserva Federal estadounidense (Fed, para los amigos) subió su tipo de redescuento del 0,5 al 0,75 por ciento. Hoy la preocupación se ha apoderado de los mercados y caen las Bolsas de todo el mundo.

Numerosos analistas valoran la medida como el anuncio, por parte de la Fed, de que el periodo de emergencia financiera, iniciado en septiembre de 2008, toca a su fin. Confiemos en que esta interpretación esté equivocada porque, si la Fed estima que la salida de la crisis es cosa hecha y esta subida augura otras en el futuro inmediato, podemos darnos por perdidos. La propia Fed ha declarado que la medida no anuncia una escalada de tipos de interés, y me parece que lo sensato es creer sus palabras. Las autoridades monetarias suelen tener sus declaraciones públicas por una herramienta más, y sería absurdo que dos herramientas (declaración y subida de tipos) se dieran de bofetadas. Entonces, ¿por qué la subida?

Ésta es mi conjetura. Los tipos de mercado están subiendo muy rápidamente, al menos en Europa, debido a la situación de alarma desatada por la deuda de Grecia y que ha amenazado con contagiarse a otros países, entre ellos España. Como muestra se puede citar la subasta de Letras del Tesoro a 12 meses en nuestro país, que se cerró al 0,836 por ciento el 19 de enero y se ha cerrado al 0,863 por ciento el 16 febrero: una subida de 27 puntos básicos en menos de un mes. Y la expectativa del mercado es que los tipos – y no sólo a corto – van a subir aún más. Mientras el tipo a un año está por debajo del 1 por ciento, la última subasta de Bonos del Estado a 3 años se cerró al 2,63; la última de Bonos a 5 años, al 2,839; la última de Bonos a 10 años, al 4,096; la última de Obligaciones a 15 años, al 4,668; y la última de Obligaciones a 30 años, al 4,801. Este perfil de tipos, ascendente en función del plazo, indica a las claras que el mercado espera una subida escalonada de tipos a todos los plazos (excepto quizá el máximo, que parece haber tocado techo, dadas las expectativas).

Me parece que la Fed tan sólo pretende desincentivar la incorporación de los bancos estadounidenses a la fiesta de la deuda pública europea, que aparta al ahorro de aquel país de contribuir a su formación bruta de capital.

jueves, 18 de febrero de 2010

"Cuelgues" y "descuelgues"

En una entrada anterior me referí al manifiesto de los Cien ilustres economistas y a su concepto de la reforma laboral en lo concerniente al despido (aquí y aquí). Entonces dejé pendiente el tratar sus ideas respecto de la negociación colectiva; no porque sean menos importantes, sino al revés, porque su transcendencia para el modelo de relaciones laborales de este país es mucho mayor (en mi modesta opinión). Voy a saldar esa deuda ahora.

La propuesta de los Cien sobre la negociación colectiva está esbozada en su manifiesto (aquí), pero lo que ahí se dice es que la negociación colectiva está demasiado centralizada en España; por tanto, sugieren, habría que descentralizarla para que lo pactado responda mucho más fielmente que ahora a la situación concreta de las empresas. Más razonable, imposible, pero demasiado abstracto para mi gusto. Obtuve un bit adicional de información en las pasadas Jornadas de Alicante sobre Economía Española, en que el primer firmante y presuntamente uno de los principales redactores del manifiesto de los Cien nos explicó a los allí reunidos, con un poco más de detalle, su propuesta. Quiero con esto indicar que se trata de información de primera mano.

Lo que entonces se nos dijo es que la cláusula de descuelgue, que se incorpora a todos los convenios colectivos de ámbito superior al de empresa, es insuficiente para recoger la enorme variedad de situaciones empresariales que uno se puede encontrar. La propuesta, en concreto, consistía en sustituir la cláusula de descuelgue por una nueva “de cuelgue”, es decir, que en vez de ser las empresas que no pueden cumplir las disposiciones del convenio colectivo las que tengan que demostrar que no pueden, al efecto de “descolgarse”, sean, en su lugar, las empresas que crean que pueden las que se “cuelguen” de él voluntariamente.

Me temo que los Cien ilustres economistas no han pensado hasta el final lo que esta opción representa. Hace más de diez años, Juan Ignacio Palacio y yo, en un capítulo de la obra colectiva dirigida por José Luis García Delgado España, economía: ante el siglo XXI, exploramos la posibilidad de reconstruir el modelo de relaciones laborales sobre esa base y otras compatibles con ella. Con la perspectiva y el reposo de ideas que da el tiempo transcurrido, ahora puedo decir que ese modelo supondría romper con la institucionalización de que han sido objeto patronales y sindicatos en este país, y que es, en gran medida, causante de sus bajos niveles de afiliación. El nuevo marco de relaciones laborales aumentaría notablemente la autonomía de las partes. Y eso, si las cartas vienen mal dadas, podría traer una quiebra de la paz social, que ha sido hasta ahora uno de los activos fundamentales de nuestra democracia.

Los tiempos cambian. La máxima sabiduría radica en reconocer el cambio y aceptarlo. Pero esto no tiene nada que ver con la arrogancia del aprendiz de brujo.

Gracias, Cinco Días

El diario económico Cinco Días publica hoy la entrada que apareció aquí mismo sobre Luís Ángel Rojo. Ha sido gracias a los excelentes oficios de un buen amigo. Gracias, José Luís.

Para quienes se perdieran la edición impresa, se puede acceder a la edición online (aquí).

martes, 16 de febrero de 2010

La Unión Europea y Grecia

Leo en algún periódico una crítica al socialista Papandreu, el primer ministro griego, por haber hecho hace algunos meses promesas electorales sin conocer a fondo el estado de las finanzas de su país. A quien hace tal crítica no se le ha de ocultar que mal podía el hombre conocer el verdadero estado de esas finanzas, teniendo en cuenta que su antecesor en el cargo, el conservador Karamanlis, había desfigurado las cuentas hasta hacerlas irreconocibles y ocultar, así, la auténtica dimensión del déficit público.

Lo que está haciendo la Unión Europea con Grecia no tiene nombre. El ensañamiento de que están haciendo gala sus miembros no se explica ni por el miedo al contagio ni por un verdadero deseo de resolver los problemas del socio en dificultades. Es, más bien, un efecto demostración en negativo. Se trata de evidenciar, por vía del castigo que se inflinge a Grecia, que los demás estamos bien lejos de vernos en esa situación; cuando lo cierto es que más de uno está más cerca que lejos. Y también hay una especie de carta a los Reyes Magos. Todas las medidas que se exige a Grecia (y conste que todavía no se le ofrece nada concreto a cambio), incluyendo la reducción del déficit en 4 puntos porcentuales del PIB en un solo año, con indicación expresa dentro de un mes del plan concreto para lograrlo, más la reforma laboral y de las pensiones (podemos imaginar en qué sentido, sin necesidad de más datos), son medidas que los ministros del ECOFIN reunidos en Bruselas ayer desearían de buen grado ver hechas realidad en sus propios países. Sienten miedo de plantearlas frontalmente, y confían en que el escarmiento que se está haciendo con Grecia “ablande” en todas partes a la sociedad civil y los sindicatos.

Los mercados trajeron esta crisis y, ¡qué poco hemos aprendido!, los mercados dictan la forma de hundirnos cada vez más en ella.

domingo, 14 de febrero de 2010

1932

Habrán oído toda clase de peregrinas explicaciones. Que si Grecia y España no han hecho sus deberes, que si hay una conspiración contra España (que no se puede comparar con Grecia, faltaría más), que si la conspiración es contra el euro, que si lo que hay es una especulación capaz de arruinar países enteros, que si un keynesianismo trasnochado es el responsable... Pero todas ellas, o son falsas, o tienen algo de superficial.

Brevemente, la crónica de los hechos se podría resumir así. Tras la quiebra de Lehmann Brothers, en septiembre de 2008, universalmente considerada como el comienzo oficial de la crisis, todos los organismos internacionales difundieron la doble consigna de sostener al sistema bancario (contaminado, en medida entonces aún ignorada, por activos tóxicos) y poner en marcha impulsos fiscales para sostener la demanda. Todo ello presuponía, previsiblemente, fuertes incrementos del gasto público y, en presencia de una más que probable caída de la recaudación tributaria, un aumento considerable del déficit público. Parecía preferible la financiación ortodoxa de ese déficit, pero la destrucción de riqueza registrada durante la crisis, unida a la general ausencia de liquidez, no permitían albergar muchas esperanzas de que el ahorro disponible pudiera hacerse cargo de la financiación que iban a necesitar, prácticamente todos al mismo tiempo, los países más sacudidos por la crisis.

En el caso de la Unión Monetaria Europea, la solución pasó por una serie de operaciones suplementarias de financiación del Banco Central Europeo a plazo de un año, a un coste para las entidades bancarias del 1 por ciento de interés anual. El negocio no estaba mal: los bancos obtenían prestado al 1 por ciento y lo invertían en deuda pública al 3 y pico por ciento. Así se ha estado financiando el déficit público durante casi año y medio. En la actualidad, hay vivos 614.000 millones de euros, resultantes de tres operaciones que vencen: el 1 de julio, 442.000 millones; el 1 de octubre, 75.000 millones; y el 23 de diciembre, los restantes 97.000 millones.

El otoño pasado el BCE se tomó en serio los indicios, observados desde el verano, de que Alemania y Francia estaban en franca reactivación. El temor a rebrotes inflacionistas volvió a instalarse en el centro de sus preocupaciones. La reactivación franco-alemana prometía disminuir rápidamente el déficit, reconduciéndolo a la tasa del 3 por ciento, fijada como máximo en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que la Unión Europea había decidido dejar en suspenso temporalmente en lo más álgido de la crisis. Pero ahora las cosas cambiaban; el liderazgo franco-alemán iba a permitir disciplinar a los demás miembros de la Unión Monetaria, sobre todo algunos, mucho menos serios a todos los niveles, empezando por los PIGS (siglas de Portugal, Italia, Grecia y Spain, o sea, España, que componen la palabra inglesa CERDOS). Consecuentemente, el BCE anunció que este año 2010 ya no habría más operaciones suplementarias de financiación a plazo de un año.

Lo que está por ocurrir es lo siguiente. La financiación a un año ha condicionado el vencimiento de la mayor parte de la deuda pública, que ha tenido que emitirse a corto plazo. Así, en el caso de España, en 2010 hay que obtener 225.000 millones de euros, de los cuales únicamente 34.000 euros son para financiar el déficit público de este año; el resto es renovación de deuda que financia el déficit de años anteriores. Con las operaciones a un año, una gran parte de esas necesidades ha podido ser cubierta por la banca, que a su vez obtenía sus recursos del BCE. Pero, ahora, ¿qué habrá que hacer? Sólo hay una respuesta: acudir al mercado de capitales, convencer a los ahorradores de que nuestra deuda es tan segura como la que más. Y todos los países de la Unión Monetaria con necesidades financieras tendrán que hacer lo mismo, al mismo tiempo. La competencia será feroz, y es dudoso que haya recursos para todos. De ahí los temores que han surgido en torno a la situación financiera de los más débiles: Grecia, Portugal, España…

He aquí, para chasco, que Alemania está viendo frenar en seco su reactivación. Con esto no contaban quienes dirigen el BCE. Si Alemania no cierra la brecha de su déficit, como estaba previsto, terminará compitiendo con Grecia, España y los demás países débiles para renovar su propia deuda. Difícilmente habrá para todos. El error podría ser de los que hacen historia, a la altura del cometido por la Reserva Federal en 1932, cuando optó por “disciplinar” al sistema bancario estadounidense denegando su apoyo a las entidades con mayores problemas por considerarlas “ineficientes”. Quebró uno de cada diez bancos y se evaporó un tercio de todos los ahorros materializados en depósitos. La primera medida de Roosevelt en la presidencia fue decretar unas ‘vacaciones bancarias’ para evitar la propagación de las quiebras. Pese a todo, Estados Unidos se deslizó hacia lo más profundo de la Gran Depresión y tendría que pasar más de un lustro antes de que el país empezara a ver la luz al final del túnel. Error tan monumental es el que se quiso evitar a toda costa en el otoño de 2008.

Pues bien, si las cosas vienen mal dadas, dentro de un siglo se podría hablar todavía del gran error de 2010, cuando el BCE dejó caer a buen número de países de la Unión Monetaria por exceso de celo en disciplinarlos. Un error que los estadistas del futuro tratarán de evitar por todos los medios, por lo funestos efectos que habrán de derivarse de él.